Hoy me he levantado tras una noche de tormenta, tras varios días de intenso calor por fin nos acaricia cada una de las partes de nuestro cuerpo una agradable brisa con olor a laurel y pino. Normalmente en medio de la ciudad los olores quedan suprimidos por el olor de azufre y dióxido de carbono que normalmente inunda el aire con un olor pesado y gris.
Por fin hoy las sábanas no se me han pegado a mi cuerpo y he podido deshacerme de ellas rápidamente y activarme para el día que me espera, aunque la ciudad parezca que esté en un estado comatoso, aún seguimos microorganismos reactivando su flujo vital, microorganismos que deseamos desvanecernos entre la gran multitud cuando toda esta vuelva a la normalidad.…