somos cada uno de nosotros meras piezas de un puzzle, sólo tenemos que vigilar que nuestro espacio no se deteriore para que al momento de unirnos con el resto de fichas podamos encajar bien y no sea necesario usar los golpes (estrés, contratiempos) para acabar de construir aquella región del puzzle.
tenemos que ser piezas relucientes para ser mas atractivas y tener mas posibilidades de encontrar antes el resto de piezas con las que vayamos a encajar y evitar así quedarnos en la caja de un puzzle inacabado.
el tiempo pasa y las piezas que mas han relucido terminan acabando rotas por los continuos golpes y las piezas que encajan mal o nos engañan, estamos en un puzzle dónde las piezas mueren y vuelven a renacer, si perdemos una pieza, de repente aparece otra bajo el cartón de la caja, una pieza nueva jamás vista que quizás será algún día la pieza que faltaba para terminar una región y unirse a otra para un bien común.
el polvo puede depositarse encima de las regiones ya terminadas, estas deben cuidarse ya que algún día perderán su esplendor y quedarán olvidadas en un lado de la mesa, dando paso a las regiones con la copa de un gigantesco árbol o la crin de un caballo.
el puzzle pero, tiene un enemigo que lo destruye, si las piezas no son fuertes estas pueden soltarse fácilmente de las otras y llegar a romper la armonía de la región, por otra parte si estas intentan brillar por si solas demasiado sus conexiones para conectarse con otras piezas puede llegar a desaparecer, por esto deben ayudarse las unas a las otras para evitar el deterioro, pero el egocentrismo las convierte en posesivas, maldadas y miedicas.
una buena distribución de las piezas y un cuidado de ellas va a permitir terminar antes el puzzle con un esfuerzo mucho menor.
Organización y delegación.