Camino al colapso económico

noticia sacada de alasbarricadas.org estos días pendiente de un juicio causado por una demanda de la SGAE hacia esta organización.

La economía, o mejor dicho la macroeconomía, desgraciadamente es algo que el movimiento libertario está dejando de lado. Nos pasa como al resto de la gente común y corriente, que nos da grima. Desde los mass media, desde la clase política se ha impulsado un modelo de información económica que a la población general le repele porque no se entiende nada. Está todo descontextualizado, son todo informaciones parciales, inconexas. Existe toda una sobre-información económica en un lenguaje que sólo entienden los expertos que para los profanos es pura desinformación. De eso se trata, de que a nadie le interese para controlarnos mejor. Lejos están aquellos días de las Jornadas de la Nueva Economía de 1936, tiempos en que los obreros aprendían economía de forma autodidacta. Ahora nos aprendemos de memoria las alineaciones de los equipos de fútbol.

Sin embargo éste es un tema que nos afecta diariamente. Las noticias que nos llegan no son nada halagüeñas. Hay en el aire esa extraña sensación -cuando pensamos en la economía- de que algo va mal, de que se cierne sobre nuestras cabezas una crisis que padeceremos a no mucho tardar. Y cada vez queda menos tiempo. Durante años hemos vivido de prestado. Vivimos la época del “Carpe Diem”, del “todo vale”, y del “pan para hoy y hambre para mañana”. Es la cultura del crédito, del gastar lo que no tenemos. Y así nos irá si no nos preparamos desde ya mismo.

Los temas macroeconómicos sirven para comprender mejor cómo está montado el percal capitalista hoy en día. Sirven para comprender por donde nos vendrán los palos en el futuro. Sirven para tener una idea global de lo que está pasando, de lo que puede ocurrir si siguen así las cosas, o de lo que cambiarían al modificar algún pequeño aspecto. Estos temas explican de qué depende nuestro mundo capitalista. Nos muestra un mundo demasiado frágil, un castillo de naipes. El capitalismo no es indestructible.

Causas de la crisis

La raíz del problema planteado está en el propio sistema capitalista, que por definición está sujeto a crisis periódicas. Aproximadamente, por estadística, el capitalismo sufre una crisis “leve” cada 10 o 15 años, y una crisis grave cada 30 o 40. La última crisis leve que vivió España fue la de comienzos de los 90 (especialmente tras el fin de la Expo ’92 y las Olimpiadas). Y la última crisis grave, fue la de comienzos de los 80, la famosa crisis del petróleo que ya se inició en el 73.

Cuando el gobierno de Felipe González nos metió en la Unión Europea, entonces llamada CEE, tuvo que firmar todo lo que le pusieron por delante. España ya llevaba años de reconversión industrial, que de no haber sido por el PSOE, el Poder se hubiera encontrado con una respuesta un tanto más firme de la clase obrera. Pero en fin, eran tiempos de desánimo, de desaliento. Los socialistas firmaron al entrar en la UE la liquidación de la industria autóctona del carbón y del acero. ¿Por qué? precisamente porque la propia CEE nació -allá por los años 50- del tratado del carbón y del acero. Y todo el que quería entrar en el club tenía que tragar con que el carbón y el acero en la Comunidad ya lo producirían los países miembros más antiguos.

Lo mismo ocurrió con la ganadería, con la agricultura, y con varios sectores más. Con el desmantelamiento del sector primario y la puñalada de muerte al sector secundario España quedó a merced de las decisiones de Bruselas en el terreno económico. Parece que nos tocó ser un país de servicios, de sol y playa. Seríamos el Hotel y la playa de Europa. Y se aseguraron bien de tenernos controlados mediante los subsidios. De hecho vivimos en un país dependiente del dinero de Europa. ¿Qué ocurrirá cuando ese dinero no llegue?

A finales de los 90 se habló de la Tercera Revolución industrial, la revolución tecnológica. Aparentemente iba a ser el futuro de la humanidad, que nos daría trabajo a todos. En realidad lo que pasó es que los grandes empresarios descubrieron internet, y se compraron un ordenador, y les pareció aquello la panacea, y nos lo vendieron de tal forma que nos lo creimos. Los efectos de la Globalización, entonces palabra de moda, hicieron que se hablara de negocios a escala global. Al fin y al cabo era el “fin de la historia”. Antes ya era así, pero las cosas iban más lentas. La tecnología aseguraba inmediatez y globalidad. Ya era posible vender acciones en Tokio por la mañana y comprarlas en Nueva York por la tarde. El mundo entero se convirtió en un mercado.

Se invirtieron grandes capitales en tecnología, habiendo empresas que se convirtieron en gigantes económicos de la noche a la mañana. Se hacían enormes fortunas y gran parte de ellas -puro capital especulativo- se reinvirtieron en todo este proceso. Era una época en la que no era rentable tener el dinero en el banco. Los tipos de interés de los bancos centrales comenzaban a estar bajos y lo que urgía era invertir ese dinero donde fuera. Desde Estados Unidos, cómo no, llegó la tendencia de invertir ese dinero en la construcción.

Gracias a este impulso, y con la inminente llegada del Euro, comenzó una fiebre por construir, en parte también para limpiar el dinero negro acumulado durante años. En parte también influyó el 11-S, momento en el que los bancos centrales bajaron artificialmente los tipos de interés para evitar una crisis mundial. Se soltaron los capitales y comenzó un expolio ecológico y social del que aún sufrimos los últimos coletazos. Como a España le tocó ser un país turístico la cosa es que hasta la gente de fuera vendría aquí a comprarse su segunda residencia. Se instigó además un “capitalismo popular” para convertir a paisanos con algo de pasta en voraces especuladores con sus dos o tres o siete viviendas, o recalificando terrenillos familiares para hacer urbanizaciones. Y cada cual compraba viviendas para venderlas luego más caras, a veces por el doble de su valor. En esto han participado cientos de miles de personas llegándose a cometer todo tipo de atropellos.

Más grave aún es que toda esta voracidad provocó un aumento del precio de la vivienda, que hacía que la gente tuviera que hipotecarse cada vez por más tiempo. Viviendas más caras, hipotecas más largas. La intensísimima publicidad contribuyó a acelerar un efecto dominó en el que todo el mundo quería tener un piso en propiedad. Y si no lo tenías, es que estabas tirando el dinero alquilando. Vamos, que si no sigues la corriente eres un bicho raro. Y mientras tanto el piso será tuyo, sí, pero también tendrás una inmensa deuda con el banco. Todo el que tenía dinero para comprar, o la insensatez de hipotecarse de por vida, ya ha comprado y ya se ha hipotecado. Por eso este modelo ya toca a su fin por sí solo.

Y toca a su fin además, porque hipotecarse cuesta cada vez más. Dejando a un lado que directamente se ha engañado a mucha gente para que se hipoteque, los tipos de interés y el Euríbor llevan año y medio subiendo imparables. Y si los pisos ya eran caros antes, ahora las mensualidades y anualidades a pagarle al banco, comienzan a crecer de forma alarmante, lo que hace que mucha gente se eche atrás y por tanto el precio de los pisitos ya no suba tanto, y lo que hace que cunda el pánico entre quienes se han hipotecado teniendo lo justo para vivir. Se comienza a notar estas subidas en el índice de morosidad, que ya aumenta, y con él los deshaucios. Algunos -nosotros los agoreros- incluso decimos que estamos a punto de ver una bajada del precio de la vivienda (para que luego se tiren de los pelos quienes se han hipotecado por 40 años).

Indicios

Busquemos argumentos. El dinero es cobarde por naturaleza. Bueno, el dinero no, sino quien lo maneja. Claro, no quieren perderlo. Y cuando un negocio está quemado, y ya no da más de sí, el dinero salta a otra cosa. No hay señal más clara de que las cosas no van del todo bien, cuando las principales empresas constructoras de este país comienzan a comprar grandes paquetes de acciones de otros negocios, en este caso todas las empresas, ¡oh casualidad!, se pasan a la energía.

Acciona, ACS y otras, tienen fortunas enormes que habrá que reinvertir, y no lo harán en pisos, ni en casitas con piscina, sino que invierten en lo básico, la energía. Compran trocitos de Iberdrola, de Endesa, de Viesgo… y así de todas las empresas energéticas. Si estas empresas no reinvierten en el negocio inmobiliario, ¿qué está pasando? Decía un tiburón de la bolsa de los años 30, de esos que no se arruinó, que cuando tu propio chófer te habla de invertir en bolsa, quiere decir que tienes que sacar el dinero de allí pitando.

Y es que toda esta historia puede convertirse en un “sálvese quien pueda” generalizado. La patata caliente siempre le caerá a los mismos, a la clase obrera desinformada, e hipotecada casi de por vida. De hecho ya comienzan los signos de una recesión liderada por las inmobiliarias. No todas van a poder librarse de la bancarrota, y cuando empiece una… puede arrastrar a las demás. Ya lo vimos hace poco con el caso de Astroc.

Vivimos en el país de los ciegos. Desde que entramos en el Euro todo está más caro. A nadie se le escapa que lo que costaba 100 pesetas ahora vale 1 euro o más. Lo que hace un 60% de inflación real y palpable. Y nos toman por tontos diciendo que sólo tenemos un 2 o un 3% de inflación interanual. Las estadísticas se trucan por sistema. Si se diera a conocer la inflación real, la gente se daría cuenta de que algo va muy mal. Los redondeos, la subida del petróleo, que hoy hace viento… todo sube los precios.

El gobierno de turno, otro haría exactamente lo mismo, se esfuerza en ocultar el problema. Ahora nos enteramos de que en tres meses el Banco de España ha vendido el 20% de la reserva de oro del país. Y que no es sólo oro, sino que están vendiendo de todo. ¿Qué están ocultando? Nos toman por tontos y lo peor es que lo somos. Nadie les pedirá cuentas. Directamente nos mienten, nos roban, y miramos para otro lado. Mejor no saberlo. España va bien.

El sistema está a punto de sufrir una crisis y eso lo sabe todo el mundo. El PP porque cree que gracias a la crisis llegará al poder. Aunque gestionar una crisis así es un marrón que no le gustaría a nadie. El ministro de economía, Pedro Solbes, ya está pidiendo un adelanto de las elecciones porque parece que esto se les va a echar encima, y se trata de que no les gane la derecha por goleada, tal como está el patio (aunque ZP no quiera saber nada de adelantos, por ahora).

Situación internacional

Pero es que lo que viene de fuera no pinta mejor. A España le afectan las crisis internacionales como al que más. Cuando Estados Unidos estornuda Europa pilla una gripe. Teniendo una economía basada en la construcción y en el turismo, y encima desmantelar lo poco que nos quedaba de industria, sin tener energías ni materias primas propias, es como conducir un coche a 200 km/h con los ojos vendados.

Pero, ¿qué pasa en el mundo? Echemos un vistazo a los periódicos. Iraq sigue ahí, igual que hace 4 años, en plena guerra no declarada. Es una guerra por sus recursos, eso ya a nadie se le escapa. El Líbano está en una pequeña guerra civil, que amenaza con extenderse, los palestinos en una guerra de facciones que luchan por el poder, Irán amenazando a Israel y a su vez amenazado por los EE.UU., Turquía a punto de liarse a tiros con los kurdos iraquíes y con sus propios kurdos, Afganistán en movida permanente, Siria a la espera armándose hasta los dientes, Pakistán afrontando revueltas internas y enfrentada con la India, Somalia siendo atacada por los EE.UU. sin que nadie abra la boca, Yemen con milicias islamistas pululando por ahí, Sudán jodida… y paro de contar, porque la lista es larga.

Si nos fijamos todo se centra en una zona determinada del planeta. El llamado Oriente Medio. Ocurre que tenemos un problema de recursos energéticos. Vivimos en un mundo adicto al petróleo. Para que nuestro sistema funcione se necesita petróleo. Cuando este petróleo está caro, todo se encarece. Y si encima hay interrupciones de suministro, se encarece aún más. Ahora mismo se está ventilando en aquella parte del mundo el futuro de las grandes potencias.

De hecho fijémonos en otra zona cercana, el Cáucaso. Rusia quiere más poder, quiere que se la tome en serio. Los americanos consiguieron que Georgia y Azerbayán se salieran de la órbita rusa y entraran en la suya. Ahora acaban de abrir un oleoducto que va de Azerbayán a Turquía. Consiguieron los americanos mediante revoluciones naranjas cambiar varios gobiernos que en principio eran pro-rusos y ahora son pro-occidentales. Pero, claro, a Putin no le hizo demasiada gracia, así que se movió. Ató Armenia y Kazahstán, y trató de reconquistar Ucrania y Bielorrusia. Poco a poco lo va consiguiendo. Su arma, el gas natural.

Analicemos brevemente otra piedra en el zapato de los yankis. Venezuela. ¿Por qué Hugo Chávez es capaz de desafiar al coloso americano? Por el petróleo. Chávez se siente fuerte. Mediante los grandes ingresos del encarecimiento del crudo están financiando programas sociales por todo el continente. Y logró cambiar el rumbo de la política latinoamericana, hacia la izquierda. Y hoy el continente entero está escapando a la influencia yanki. ¿La baza de Chávez? el petroleo.

Vemos cómo los hidrocarburos son básicos en la política internacional. Ahora es cuando nos damos cuenta que Energía es igual a Economía y que ésta es la determinante de la política. La energía es básica para el mantenimiento de la sociedad tecnológica capitalista. Y parece ser que los hidrocarburos se hacen cada vez más difíciles de conseguir.

Por su parte los Estados Unidos comienzan a padecer los primeros coletazos de la crisis inmobiliaria. Las agencias inmobiliarias ya tienen que hacer frente a un número considerable de morosos y las viviendas comienzan incluso a bajar de precio. Los problemas financieros del país incrementan este peligro de crisis. El billete verde sigue perdiendo valor respecto al Euro. Tal es así que varios países se deshacen de sus dólares de forma discreta, de momento. Ya vendrá la estampida. China, por ejemplo tiene tantos dólares que está comprando materias primas por todo el mundo pagándolas al contado en dólares. Lo mismo hacen otros países como Japón, Corea del Sur o Rusia, que están diversificando sus reservas, no vaya a ser que pierda valor el dólar y se queden con un montón de papel inservible. La crisis está servida.

Con un déficit público incontrolable gracias a la eterna guerra de Iraq, que es un sumidero de fondos públicos, los recortes sociales en Estados Unidos están a la órden del día. Ahora se dedican a darle a la maquinita de imprimir billetes, haciendo crecer la inflación, y por tanto el malestar de la población. Poco a poco comienza la desaparición de la clase media. Y eso sin meterse todavía en otras guerras, que ganas tienen los halcones de aquel gobierno loco.

China por su parte, crece que te crece, se ha colocado como segunda potencia económica del mundo. Crecen tanto que su economía está totalmente recalentada. En su crecimiento han arrasado con su ecosistema, han contaminado lo que han podido, y han hecho plenamente su propia revolución industrial para desgracia de su pueblo. Todo en 20 años. Ahora China es un gigante con pies de barro que tiene que hacer frente a pequeños estallidos sociales cada vez más frecuentes. Las desigualdades son tan grandes como en tiempos de los mandarines del Imperio. Y China, en cuanto potencia económica está en una loca carrera de crecimiento ilimitado que le obligará a tomar decisiones importantes de nivel internacional. Por lo pronto ya se ha asociado a la India y a Rusia en el SCO. Pronto veremos las consecuencias de un mundo dividido en bloques de poder que compiten entre sí. Todo ello en medio de una carrera para ver quien se queda con los últimos hidrocarburos.

Consecuencias

Nos vemos un poco ajenos a todo esto. Aznar nos metió en una guerra porque creía que así su España ganaría importancia, y podríamos participar en la rapiña de Iraq. Como somos una provincia del Imperio era lo que nos tocaba por derecho.

En resumidas cuentas se avecina una crisis. Ya hemos expuesto más o menos los factores que influirán en esta crisis. Sólo queda saber cuando sucederá. Es lo de menos, puede suceder en unos meses, o puede estar sucediendo ya mismo, o dentro de 3 años. El caso es que -salvo milagro- es inminente.

Una crisis del petróleo mandaría a tomar vientos al transporte, y con él los vuelos baratos, y luego el turismo, la principal industrial del país. De hecho, con que el precio del petróleo suba 10 dólares ya tenemos crisis. Los alimentos se encarecerían… todo lo que nos rodea está hecho de plástico… el petróleo es omnipresente en nuestras vidas. Una simple interrupción del suministro ya encarece unos dólares el barril. Ya sea por que cada vez haya menos petróleo en la Tierra o porque se líe una gorda en Irán, tenemos el tiempo contado. Si aún no se ha notado una crisis es por la burbuja inmobiliaria, que nos ha dado unos años extra.

España importa más del 60% de la energía total del extranjero. De Argelia (que por cierto se acaba de aliar con Rusia para cobrarles a los europeos algo más por los hidrocarburos) sale la mayoría de nuestro gas natural. El petróleo viene de México (producción en declive), de Kuwait, de Arabia Saudí… en mal sitio lo hemos ido a buscar.

El problema es que estamos expuestos a una crisis energética, o a una crisis inmobiliaria, o a una crisis financiera o a una combinación de todas ellas a la vez. No será cualquier cosa y habrá que estar preparados. De hecho si se desencadena una crisis probablemente provoque una sucesión de crisis en cadena que tendrá su traslado en la sociedad española.

En primer lugar nuestro sistema de seguridad social lo están manteniendo ahora mismo los 2 millones inmigrantes que cotizan. Imaginemos que acaba la burbuja inmobiliaria. 200 000 parados en un años. 500 000 en otro… un millón en poco tiempo. Mantener 3 millones de parados más los 8 millones de jubilados cuesta un dineral. Y los primeros que sufrirán por no encontrar trabajo serán los inmigrantes. Seguramente aumentará la presión para expulsarlos. Seguido ésto por presiones para liquidar la sanidad pública y empeorar aún más la educación.

A una contestación mayor en la calle, le seguirá una represión mayor del Estado. Será lógico encontrarnos con un gobierno que prometa mano dura, con el inmigrante y con todos los enemigos de la patria, ya sea ETA, Al Qaeda, los homosexuales o los anarquistas.

Respuestas

Parece que si no se asusta a la gente ésta nunca reaccionará. Pero lo que nos puede caer encima es demasiado grave como para desdeñarlo y no prepararse. Lo primero es asumirlo. Se nos acaba el chollo: hemos vivido demasiado bien durante años. Y no hablo de la retórica de nuestros panfletos que dicen que vivimos muy mal. Ahora por lo menos hay trabajo (precario, pero hay). Cuando no haya trabajo (ni siquiera el precario) otro gallo nos cantará. Cuando haya gente de Madrid o de Valencia dispuesta a coger fresas en Huelva, o a trabajar bajo el mar de plásticos de Almería nos daremos cuenta de que la cosa es grave. No se trata de llegar a esto sin prepararnos.

¿Tenemos respuesta para todo esto? Probablemente ahora mismo no. Como individuos lo único que queda es emigrar al campo antes que nadie y ponerse a realizar una agricultura de subsistencia. Como movimiento quizás aprovechar la mala ostia general para participar en alguna insurrección. Pero además de eso se puede hacer algo más.

Hay que tejer redes de apoyo mutuo desde ya. Debemos comenzar esa sociedad paralela autogestionaria de la que hablamos a la escala que sea posible. La primera preparación es mental. Saber, más o menos, lo que viene sin importarnos cuando. Después viene una preparación algo más pragmática: crear cooperativas de consumo, de producción, asegurar los locales, okupar huertos, defender los que hay, crear redes de trueque, y asegurarse de que no se quede en algo del ghetto para el ghetto… Hay que consolidar alianzas con los grupos que ya se toman en serio toda esta problemática. Movimientos como el de las ecoaldeas, la agricultura ecológica, el neorruralismo, el del decrecimiento económico, deberían ser nuestros aliados naturales.

Debemos prepararnos políticamente también. No hay que descuidar aliados en esta lucha, porque las condiciones objetivas cambiantes nos pueden trastocar los esquemas. Se debería aprender de ejemplos de otros países (como Argentina) y ver lo que pasó y cómo hacerlo mejor. Habrá que prepararse para gobiernos reaccionarios (los que ha habido hasta ahora los veremos como ejemplos de democracia) como no conocíamos desde hace tiempo.

No soy creyente, pero tras leer esto digo: que dios nos coja confesados.

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